
Tus rodillas marcadas. Esas que no muestras. Tus pensamientos siempre en silencio; Todo éste mundo dentro de ti.
Todo lo que yace bajo el sol y la luna. Todo aquel infierno en la mitad del jardín eres tú mismo:
… El mal que enferma a los perros y los lanza huérfanos a las calles, la palabra que pone a un hijo contra el padre, la nube que truena separando el cielo de la tierra recordándonos que de aquí somos, que no vamos a volar como los pájaros. Que no nos convertiremos en hermosas flores que busquen el sol en el día o embrujen la luna por las noches.
No.
Nos quedaremos aquí. Volando dentro entre nosotros. En nuestras conversaciones, solos en el vuelo.
Solos de verdad;
Todo esto que nos decimos, que nos confesamos el uno al otro en las cartas, en el habla, en las miradas, en las fotos, en las canciones, en la permanente memoria, en todo lo que hacemos o hagamos: Solos.
Yo te hablo solo Y tú hablas sola
Yo te pienso solo Y tú piensas sola
Yo te escribo solo Y tú escribes sola
Yo te miro solo Y tú miras sola
Yo te admiro solo Y tú admiras sola
Yo te aborrezco solo Y tú aborreces sola
Yo te extraño solo Y tú extrañas sola
Yo te llamo solo Y tú llamas sola
Yo te deseo solo Y tú deseas sola
Yo te abandono solo Y tú abandonas sola
Yo te busco solo Y tú buscas sola
Yo te añoro solo Y tú añoras sola
Yo te encuentro solo Y tú encuentras sola
Yo te quiero solo Y tú quieres sola
Yo te beso solo Y tú besas sola
El caminaría por el centro entre las gentes mirando sus ropas, tratando de atrapar cualquier mirada para llevársela consigo y analizarla por la noche. Trataría de perderse en el centro entrando a un local cualquiera pidiendo un café, unos puchos o una coca-cola quizá. Nada para comer porque comer le da sueño. Hablaría lo justo. Saldría del local estrellándose justo en el centro del cardumen para avanzar con ellos por el río de calles turbulentas; a izquierda y derecha, de norte a sur. No importa dónde; “caminar es el antídoto”.
Él caminaría por el centro por las mismas calles, entraría a la misma tienda, compraría lo mismo, cazaría miradas igual que el día anterior y volvería a casa de la misma forma en que salió; Solo.
En su cabeza habitan todos los hombres y mujeres que le han rodeado, e incluso aquellos que solo fantasmas son; aquel niño que no vio la luz. Él es quien lo pena en los días de mayo. Lo llama mientras avanza con el cardumen envolviéndolo con su presencia en el manto de la pérdida, estrellándolo contra las vitrinas luminosas de una ciudad que no entiende. Tatuando en su frente la certeza del abandono, el quiebre oportuno con una vida que lo hubiera cercado o le hubiera dado un sentido de verdad: uno que valga la pena.
Entre estos dos polos la caminata de mayo. El presente es uno solo: El de ahora. Sea con la cara alegre, neutra o fea. – El presente.- piensa él , tiene la misma garra que el pasado y el futuro seguro trae más de lo mismo. Ha escuchado mil veces el discurso ese de “la superación y proyección, la creación y concreción”. Y es parte de aquel canto individual. Todos los días trata de ser mejor, se imagina mejor, se empecina en crear algo nuevo y llevarlo a cabo. Y mientras cada día descubre alguna variación en el cardumen el río lo vuelve a estrellar con las mismas piedras, las mismas tiendas, la misma micro que ronda en los días de mayo. Y su fantasma aquel; Ese niño sigue llamándolo en otoño.
Te cuento que para el día de hoy: No tengo mucho.
Te confieso que hoy no estoy orgulloso de mí; Nunca lo he estado.
Te digo que en estos años no he logrado mucho.
Y si me necesitaras no sabría cómo darte lo que pides.
Pero sí sé que te tomaría en mis brazos y te cobijaría en mi pecho y caminaría contigo, enamorado de ti, prendado de tu olor, loco por tus ojos, esclavo de tus risas, sufriente por tus llantos.
Te extrañaría todos los días, incluso cuando duermas a mi lado porque no podría jugar con tus manos que descubrirías a su tiempo, ni escucharía tu balbuceo hasta que nos comunicásemos en una lengua que solo tú y yo conoceríamos.
Serías el centro de mi vida. El sol saldría por ti. Me sentaría en una banca frente al mar contigo en mis brazos para mostrarte que la tierra se pierde en el horizonte y decirte que tú y yo podríamos escapar… Allá muy lejos donde pareciera que el mar acaba en un abismo, pero te aclararía que allá hay más tierra, otras ciudades que me gustaría conocer contigo, otras lenguas que aprenderíamos ambos y miraríamos cómplices la belleza de los hombres;
Esa visión que solo tú podrías darme.
Entender al sol
Entender la luna
Entender la lluvia
Entender el calor
Entender el día
Entender la noche
Entender el tiempo
Entender pieza por pieza una ronda que valga por sí misma. Una que dirijas tú niño. Una que arme los jardines y haga brotar los cabellos de las fuentes…
Pero la verdad es que no estás.
No existes.
Nunca viste la luz del sol.
Y yo soy responsable por ello.
No sé dónde, ni cómo he de reconciliarme contigo. A decir verdad creo que nunca nos hablaremos. Nunca te veré, nunca te tomaré en brazos, ni me sonreirás tú a mi ni yo a ti.
Nunca
Y yo soy responsable de tu silencio.
Jc.