jueves, 15 de octubre de 2009

¿Y tu vestido?



¿Y el vestido ese?
¿Qué es de él?
bailaban tan bien los dos
y el viento la gozaba...
Qué manera de gozarla ese.
Se lanzó contra tus piernas
y dibujó un remolino.
No te pongas roja.
Al viento le gustabas, también
le gustabas a los charcos que saltabas
con tu vestido salpicado en barro.
Yo me quedaba tieso mirando tus piernas
y mordía mis dientes para crear una ronda
de abismos contigo.
Pero no podías entenderlo. No podías verlo.
Cómo le gustabas a la noche y a los hombres.
A todos cuanto odié.
El vestido ese...
Lo hiciste trizas de callejón en callejón
de escalera en escalera con esos besos de hielo
y ron pasado... ¡En todas las rondas gritaba tu
vestido!
¡En todas mis vigilias tu vestido aparecía!
Y es que el vestido ese...
Puro infierno y miel.
Pura carne e ilusión.
¿Cómo fue que lo perdiste?
No me digas que lo escondiste para
que no pudiera verlo porque te trituro
la cara bonita...
¿A ver? ¿ Y esa mirada que brilla?
¡Alguien te dijo muñeca, alguien te vio
con el vestido! ¡Te voy a matar!
Soy yo quien te tiró el vestido al cuerpo.
Y ahora lo escondes de mí como si fuera
a devorarte... Pero ya lo hice, ya te consumí
con angustia y alegría y la cara que puse fueron
la traición y la mentira... Te voy a cagar si escondes
el vestido de mí. El vestido es mío. Yo te lo dí. Voy
a comerme el vestido y voy a mirarte temblando. Cuando
caigas al suelo saldré corriendo y malparido a comprar
otro vestido. Otro que he pensado para ti. ¡Cállate!
Digo que traeré otro vestido para ti. Te lo pondrás
y volverás a bailar para mí. ¡Cierra la puerta! No me gusta
que te vean. ¡Y menos sin vestido!


Jc.

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